Con el fin de dar fluidez al tráfico de la vía, existen ciertas soluciones para modificar la configuración de una vía en momentos puntuales de riesgo de colapso. Se trata de los carriles para ‘desatascar’ calles y carreteras, que pueden ser de varios tipos: en sentido contrario al habitual, adicionales, VAO y reversibles. Cada uno de ellos con sus propias normas para utilizarlos y circular con seguridad.
Carriles “En sentido contrario al habitual”
Son los carriles “anti-atascos” más habituales, frecuentes en autopistas y autovías en días de gran afluencia. Por ellos solamente están autorizados a circular turismos sin remolque y motos. Para circular por un carril en sentido contrario al habitual es obligatorio encender las luces de cruce día y noche y mantener la velocidad entre 60 y 80 km/h. En los carriles contiguos, las luces de corto alcance también son obligatorias. Y, ante la ausencia de “escapes” laterales, una separación frontal adecuada es más recomendable y necesaria que nunca.
Carriles “Adicionales”
Suelen habilitarse para aumentar la capacidad en vías donde hay una sola calzada. En este caso, se abre un carril extra ‘empujando’ a los vehículos desde el centro hacia los arcenes.
Ante estas “estrecheces”, las normas del carril adicional afectan a toda la vía: la velocidad está limitada entre 60 km/h y 80 km/h; y las luces de cruce son obligatorias día y noche. No están autorizados a utilizarlos bicicletas, ciclomotores, ciertos vehículos especiales (hasta 3.500 kilos), vehículos de tracción animal y personas con movilidad reducida no tienen autorización para utilizarlos.